Cuatro de la tarde, documentación en orden y libreta en mano. Las calles de Lima hicieron lo suyo y, tan solo quince minutos después, estaba en la puerta del Monumental recogiendo la acreditación para ser testigo del debut peruano en la Copa Sudamericana. La cita: UTC frente a Sport Huancayo.
Momentos previos
En mi caminata para ingresar a la tribuna de prensa me venían recuerdos de hace más de un año. Un año había pasado desde la última vez que pisé un estadio. Claro que, esta vez no lo hacía como hincha, quizá por eso tuve una sensación extraña mientras ingresaba. El recuerdo más fresco que tenía del Monumental era de aquella final de la Copa Libertadores. El recinto estaba reventando, y tanto las barras de Flamengo como las de River se encargaron de hacer la fiesta.
Fue chocante tomar conciencia de que las personas que estaban presentes iban a trabajar y no a alentar. Fue chocante comprender que las únicas voces que iba a escuchar eran para confirmar un dato, y no las de un cántico. No me malinterpreten, fue una bendición haber estado en un lugar en donde yo creía que recién podía volver si se alineaban los astros o les rezaba a todos los santos existentes para que se termine esta pandemia. Estaba empezando a perderme en esos pensamientos hasta que los equipos salieron a la cancha y supe que tenía que empezar a trabajar.
La foto inicial
Sonó el himno de la Copa. Con Pinto y Libman a la cabeza, ambas escuadras salían a la cancha. Los colegas estaban atentos para verificar si las alineaciones coincidían con lo que ya teníamos apuntado. Los equipos salieron así: 4-2-3-1 para UTC con Libman en el arco. Estrada, Ortiz, Gordillo y Trujillo completaban la línea defensiva. Más arriba, Goyoneche y Diez eran los encargados de repartirse el medio campo. Las bandas fueron argentinas, con Gentile y Villalba, dejando de «10» a Alexi Gómez, mientras que Alexis Blanco era la carta de gol que jugaba arriba solo.
El profe Wilmar utilizó el mismo sistema táctico para los suyos: Pinto al arco. Carmona, Balta, Valoyes y Ángeles en la defensa. Marcio Valverde estaba suspendido por acumulación de amarillas; así que, en el medio jugaron Alfredo Rojas y Moisés Velásquez. Por la derecha, Adrianzén; por la izquierda, Dani Morales, dejando a Lliuya para que se adueñe de la zona central y juegue detrás del único punta, el brasileño Liliu.
Antes de iniciarse el encuentro, tanto Luis Trujillo como Salomón Libman se acercaron al banco de Huancayo para darse un caluroso abrazo con Wilmar Valencia. Hombre que, minutos más tarde, se robaría toda la atención.
El show de «Bam-Bam»
El primer tiempo fue más disputado que jugado. Los equipos no querían especular nada; por lo que, trataron de ser más conservadores y no arriesgar mucho. Recién ahora entiendo a los comentaristas que dicen que jugar a estadio vacío les da una gran ventaja. Se puede escuchar todo lo que pasa dentro de la cancha. Salomón Libman demostró que tiene la cinta de capitán bien ganada. No se cansaba de dar indicaciones tanto a su línea defensiva como al resto de sus compañeros. Si bien sus palabras estaban aderezadas con ajos y cebollas, el mensaje era claro y preciso, y con el concepto táctico como para que un chico de cinco años pueda entenderlo. No se calló nada durante todo el juego.
En el fútbol existen personajes y luego está Wilmar Valencia. Sinceramente, es un verdadero placer escucharlo dirigir. Por más que por momentos el entrenador le cedía la posta a su asistente para que se pare en la zona técnica, su inconfundible voz se hacía presente en cada replanteo táctico que marcaba, y celebraba cada acierto de sus dirigidos. Al minuto 24 una disputa en área de UTC terminó con una riña entre Nicolás Ortiz y Víctor Balta. Libman, como buen capitán, salió a dar la cara por su defensor, otros jugadores lo secundaron y se formó un tumulto cajamarquino que rodeó al árbitro. Ante esto, Wilmar desde el banco abrió los brazos y se manifestó ante el juez: «Augusto, están que te hablan y hablan. Vamos a jugar».
Siguieron las acciones y en jugadas puntuales los reclamos de los jugadores de UTC se hacían notar. Valencia se contuvo hasta el pitazo que decretaba el 0-0 parcial para dar nuevamente su descargo. Por la tonada en la que lo dijo, lo que escuché podría haber sido tranquilamente un reclamo de una «pichanga» de barrio: «Augusto, ya pues. Todo el día te están hablando. Hay que cortar eso que se te va a ir de las manos».
De central a central
Para la segunda mitad, Wilmar realizó tan solo una modificación. Entraba Alexis Rojas, salía por Moisés Velasquez. Cambió un nombre, pero movió el esquema del equipo. Esquema que, le costó a UTC porque Huancayo estaba posicionándose mejor en campo rival. A los 58 minutos, un brazo extendido de Carlos Diez, al mismo estilo que su tocayo Zambrano, cambiaría el rumbo del partido y dejaba a los de Cajamarca con uno menos. Pablo Garabello estalló en el banco de suplentes, recriminándole al árbitro por la decisión en contra de su dirigido: «pero cómo lo va a echar si tiene la pelota». La respuesta del otro lado no se hizo esperar: «estamos todos locos», sentenció eufóricamente Valencia.
Garabello se vio obligado a replantear. Tuvo que prescindir de un extremo para meter a un volante central. UTC quedó con un 4-2-2-1. Ante esto, Valencia refrescó su ataque para darle más dinamismo y poder aprovechar el hombre de más. Lo curioso es que los protagonistas del único gol del partido fueron los dos centrales. Tras una pelota parada, Valoyes recibió el balón abierto por la izquierda. Centró al punto penal y Victor Balta, con un derechazo, venció la resistencia de Libman. Fiesta total que tenía como protagonista a los jugadores y cuerpo técnico de Huancayo.
El partido siguió teniendo a Huancayo como principal protagonista, se le hizo difícil a UTC generar juego con 10 hombres. A falta de 5 minutos, el profe Garabello prefirió cuidar el resultado y realizó dos cambios defensivos. Pitazo del árbitro que le daba la victoria por la mínima a Valencia y compañía.
El final de la aventura
Con el partido finalizado, lo que quedaba era mandar las preguntas para la conferencia de prensa. La coyuntura no permite que sea presencial; así que, la escena mostraba a todos los colegas revisando sus apuntes y pegados al celular para enviar el mensaje con sus interrogantes. Se pudo conversar un poco de lo que nos pareció el encuentro, y de lo que será la vuelta el 7 de abril. Me permití quedarme a solas unos momentos para poder presenciar la cancha y tribunas vacías, con el deseo de que pronto termine esta nueva normalidad y vuelva la algarabía y la fiesta que tanto queremos todos los que amamos este deporte. Por mi parte, solo me queda decir que soy un privilegiado, porque mi profesión me permite vivir las emociones de un partido, y estar cerca de lo que te gusta no tiene precio.