Me encontraba hace unos días leyendo la portada de El Comercio, en una esquina -como si no quisieran que leamos- decía “Economía se estancó en el mes de abril” (15 de junio). Curiosamente, días antes aparece en la portada de Gestión (13 de junio), en letras grandes, incitando su lectura: “Aprobación de Vizcarra sube de 45% a 58% tras enfrentarse al congreso”.
Estas dos portadas se dieron en el transcurso de tan solo dos días, en periódicos de un mismo grupo mediático (Grupo El Comercio). En la primera, nos comentaban la desgracia que se le avecina al Perú con un crecimiento de solo el 0.02%, por la falta de trabajo del Gabinete y, por defecto, del presidente; mientras en la otra, nos muestran un crecimiento sin lógica de la aprobación de el mandatario, quien es el autor y culpable principal de nuestro no crecimiento.
Este hecho me llevo a generar un cuestionamiento: ¿Cómo hace Vizcarra para llevarse bien con el pueblo y mal con la economía, que en el corto -y más en el largo- plazo va a dañar a»el pueblo»? Las respuestas son simples: populismo y sensacionalismo.
Como dije en una columna redactada a finales del año pasado «no hay populismo sin el pueblo». Verdad lúgubre que se demuestra en las encuestas, la invariable actitud del Ejecutivo y la falta de entendimiento político del Jefe de Gobierno.
Por otro lado, tenemos el sensacionalismo, el cual viene acompañado del engrandecimiento de los aciertos -o aquellas acciones que titulan de ese modo- de Vizcarra en redes; así como el exceso de emoción de algunos medios por el -pareciera heroíco- enfrentamiento contra el Congreso de nuestro ingeniero.
Todo esto tiene su razón en que -aparentemente- Vizcarra Cornejo desconoce que un presidente no vive de encuestas, que estas van y vienen, suben y bajan; y trabajar por lo que estas dicen o exigen no significa que lo que hace o deja de hacer esté bien.
El presidente debe olvidarse de su dañina metodología de ejercer política mediante la popularidad. Debe empezar a enfocarse en los factores importantes del país: la falta de inversión, los conflictos sociales que detienen y ahuyentan a los inversores, los compatriotas que padecen por el friaje y el terrorismo, el cual recientemente cobró la vida de tres heroicos soldados.