Para nuestra realidad futbolística la palabra “jugador” y “futbolista” tienen distintas connotaciones. El primero se prepara día a día para estar a la altura de las exigencias que la máxima categoría requiere y de tal modo, no decepcionar a quienes depositaron su fe en él. El segundo también lo hace, pero con algunas variantes. Las denuncias e indisciplinas forman parte de su repertorio. Es allí cuando la figura de Jorge Cazulo toma mayor relevancia sobre los demás. Sus seis finales disputadas y cuatro títulos obtenidos, que hoy puede sumar una más, demuestran su personalidad y liderazgo que en sus 38 primaveras no ha confirmado su retiro.
“Con el talento no basta, debes ser una persona correcta”, se dice siempre en las previas de cualquier entrenamiento. Aunque hay más adjetivos por acuñar a esta frase como responsable o maduro. De este modo, se suele utilizar ese epíteto para que todos puedan comprender lo que se quiere decir. Jorge Cazulo no fue la excepción y entendió a la perfección hacía donde iba el mensaje. Alejado de los flashes y portales de noticieros faranduleros, el Piqui se ha convertido en un futbolista respetado por sus compañeros y rivales.
Forjado en las inferiores de Peñarol en su natal Uruguay, Cazulo llegó al Perú a los 28 años. Una edad bastante madura y más aún para un futbolista que salía por primera vez de su país. Permaneció dos temporadas en la Cesar Vallejo donde no pasó desapercibido. Fue un elemento fundamental en el ataque para el equipo trujillano. Se desenvolvía con una gran facilidad en las posiciones de extremo o delantero.
En el 2012, con 30 años, pasó a ser parte de uno de los mejores equipos del Perú: Sporting Cristal. Roberto Mosquera, el entrenador por aquel entonces y actualmente, lo llamó para convencerlo y que este firmase por el equipo celeste. Tan solo le solicitó una cosa: iba a jugar de volante central, una posición en la cual nunca antes había desempeñado. A esa edad hay muy pocas cosas por hacerle cambiar de parecer a una persona y la dificultad se acrecienta más al tratarse de un futbolista.
Para Cazulo esto formó parte del bagaje de un futbolista y como un tipo correcto, profesional, maduro y sencillo que es, aceptó tal desafío. Retrocedió unos metros en el terreno de juego para ubicarse en la posición de volante central. Desde entonces, ha jugado en un sinfín de lugares en el campo. Defensa central, volante de marca o mixto son tan solo algunos de las posiciones donde mejor se sintió cómodo. Su polifuncionalidad ha sido muy bien aprovechada por cada técnico que pasó por Sporting Cristal.
Han pasado 8 años desde que llegó a La Florida y, en todo ese tiempo, nunca se lo ha visto actuando de manera inapropiada ni mucho menos exponiendo a sus compañeros. Su comportamiento, valores y liderazgo trascendiesen más allá de patear un balón cada fin de semana. Con 38 primaveras, sigue rindiendo como si fuera un prematuro debutante que hasta la fecha no ha confirmado cuando será su retiro de este deporte.
Para la hinchada de celeste, Cazulo se ha convertido en un ídolo. Sin ser peruano ni mucho menos haber sido formado por su cantera, el Piqui sigue haciendo historia al conseguir 4 de los 6 títulos que Sporting Cristal ha obtenido en el último siglo. Hoy, en la gran definición por el título nacional frente a Universitario, Jorge puede sumar un trofeo más en su palmarés. Pierda o gane, su legado no podrá ser borrado por nadie. Su sacrificio y compromiso quedará inscrito en las páginas doradas de este equipo y del fútbol peruano.