Tras la vacancia de Vizcarra, las piezas en el ajedrez peruano han cambiado y los hilos se van a mover de una forma que quizás no hemos visto antes. Merino debe armar un buen gabinete. Este, debe ser técnico y sólido, de manera que pueda, por lo menos, llevar al país a una debida transición que se dará en julio del próximo año. Ni a Merino ni a Acción Popular les conviene tener un gabinete improvisado, menos aún a los demás partidos que participen en este. Las consecuencias, a diferencia de otros períodos, las verán a corto y mediano plazo. Sea el resultado que fuere, el cómo manejen la situación tendrá un impacto determinante en las elecciones, y a ninguno de los partidos les interesa tener un mal resultado en la cartera que eventualmente le toque. Lo que suceda de aquí en adelante será un espectáculo muy interesante, en el que veremos qué implica que nadie tenga la sartén por el mango.
Pero vamos un paso atrás. ¿Era la vacancia necesaria? Creo que no. Fue muy inconveniente, pero eso no quita que haya sido constitucional y democrática. Los procedimientos establecidos se siguieron y, como tal, la vacancia fue correctamente realizada: se emplazó al presidente, quien fue al Congreso y reconoció el proceso, se votó y finalmente fue vacado. Así es la democracia. Es un medio, y como tal, nada nos asegura que el resultado sea el que esperamos. Que algo no salga como queremos no significa que, repentinamente, deje de ser democrático.
Pero vale recordar algo. Este Congreso, llamado «golpista”, nació del aplaudido golpe del pasado 30 de Septiembre. No solo se cerró el Parlamento por una invención, sino que tampoco había ninguna razón para hacerlo. Era un Congreso terrible, sin dudas, pero este es mucho peor. A mí tampoco me gustaba, pero decir que había que cerrarlo es un exceso.
Ahora, Merino es un personaje cuestionable, al igual que buena parte de este nuevo Congreso, y Vizcarra no se escapa. Sin embargo, todo esto nos enseña varias cosas.
1. Las elecciones no deben ser tomadas a la broma. Decidir en la cola o «no opinar» nos pone en estas situaciones. Debemos informarnos y elegir bien. Determinar nuestro voto según qué meme es más divertido o qué candidato es más gracioso u ocurrente es una estupidez. Si queremos representantes distintos, vamos a tener que esforzarnos por hacer algo distinto.
2. Como ciudadanos, debemos vigilar al ahora presidente Merino, al igual que a todos los demás políticos. Nuestro trabajo es elegir y vigilar al Estado, no tirarnos de brazos cruzados. El precio de nuestra libertad, y de la democracia como tal, es tener los ojos fijados en el gobierno.
3. Nos guste o no, las leyes están dadas y como tales deben seguirse. De eso se trata un Estado de Derecho: nada ni nadie está por encima de la Ley. No Vizcarra, ni el Tribunal Constitucional, ni Merino, ni nadie.
Y lo más importante: 4. Si estamos hartos de la situación, de nuestros políticos y de cómo juegan con nuestro país, debemos dejar las bromas y el desinterés. Somos nosotros quienes debemos tomar protagonismo. Si queremos un cambio, debemos involucrarnos y ser responsables.
Tenemos derecho de quejarnos de nuestros políticos, y es nuestro deber hacerlo. Pero no podemos quedarnos ahí. El «no me interesa» tiene que irse. No podemos ser “pechos fríos” y “no hablar” o “no saber” de política. Esa es la causa por la que tenemos a los personajes de los que tanto nos quejamos. Los Becerriles, los Urrestis, las Cecilias García y Arimborgos, por mencionar algunos, son consecuencia de nuestro desinterés.
Si no tomamos parte en la política, estos personajes y sus discípulos seguirán en el poder. Si no nos involucramos, las cosas seguirán igual o peor. Vigilar, votar y participar es nuestro deber con el Perú.
El cambio está en nosotros.