El intelectual Steven Pinker sostiene que «damos por sentadas las comodidades del presente como si fueran inevitables». Creemos que todos los avances en calidad de vida, tecnología y productividad de los tiempos modernos son simple consecuencia natural del paso del hombre por el mundo. Lo cierto, sin embargo, es que estas cosas no son fruto de la casualidad. De hecho, hasta hace solo 200 años, alrededor del 90 % de los seres humanos vivía en condiciones de pobreza, la esperanza de vida era alrededor de la mitad de la que es hoy y las sociedades sufrían constantemente terribles epidemias y guerras que diezmaban a la población.
Fue solo el auge del sistema capitalista a raíz de la revolución industrial, que el mundo dio un brinco abismal a las comodidades que hoy gozan una parte importante de los seres humanos. Fue gracias al esfuerzo, trabajo e intercambio de conocimiento fruto del desarrollo del libre mercado, que logramos alcanzar los avances que tenemos hoy y que van desde una esperanza de vida superior hasta la posibilidad de desarrollar vacunas en tiempo récord.
Esto fue permitido debido a que el mercado tiene una virtud que no tiene ningún otro sistema económico: el intercambio eficiente y la colocación del conocimiento allí donde es más útil y valorado. No obstante, el proceso es tan grande, tan complejo y a veces hasta invisible, que es difícil darse cuenta de lo que ocurre y de los enormes beneficios que trae para nosotros. Viendo la realidad de nuestro país, es clamoroso como gran parte de la población ha sido parte de los enormes beneficios que ha traído la economía de mercado, pero no tienen necesariamente conciencia de ello.
En especial, las generaciones que hoy tienen menos de 30 años en el Perú conocen poco o nada de cómo era la vida en el Perú antes de 1990. La hiperinflación, el terrorismo, el control de precios, las colas, 60 % de pobreza, la ausencia de servicios básicos (telefonía, electricidad) son solo algunas cosas que, aunque las hemos oído, no las hemos interiorizado. Pensamos que estos logros del crecimiento económico, la reducción de la pobreza, siempre insuficientes, por cierto, van a estar siempre allí. Basta ver a nuestro alrededor para saber que ha habido avances, y que pueden venir muchos más. La gran virtud del capitalismo es que ha sido una enorme maquina de creación de riqueza. La riqueza se crea allí donde antes no existía y para quien antes no la tenía, y se crea para que una persona pueda desarrollar su propio proyecto de vida. La libertad y todos sus beneficios; sin embargo, son muy frágiles, y perderlos puede tomar solo una mala elección. La consigna, por tanto, no debe ser acabar con el modelo, sino crear riqueza, mucha más riqueza, para el que todavía no la tiene. El auto ya lo tenemos, nos falta encenderlo y apretar el acelerador.