Es el día del padre, y en Primera Línea te contamos tres historias conmovedoras sobre padres que fueron futbolistas y que tuvieron hijos que siguieron esta profesión.
Paolo Guerrero y José Guerrero: el hijo que llevó el sueño del padre al mundo

La historia de Paolo Guerrero, máximo goleador histórico de la selección peruana, no puede entenderse sin hablar de su padre: José Guerrero Gonzales, un apasionado del fútbol que no llegó a cumplir su sueño de ser profesional, pero que encontró en su hijo la forma de trascender.
Un padre con talento, pero sin oportunidades
José Guerrero fue futbolista amateur en los años 70. Jugaba como delantero en ligas distritales de Lima, y quienes lo vieron decían que tenía potencial. Sin embargo, las circunstancias lo obligaron a dejar el deporte rey.
Con el paso de los años, José no dejó de amar el balón y, cuando su hijo Paolo comenzó a mostrar talento desde muy pequeño, lo vio con mucha alegría. Finalmente, su hijo iba a tener una carrera relacionada a lo que tanto él amaba: el deporte.
Un guerrero criado entre goles y disciplina
Desde niño, Paolo fue disciplinado. Su padre lo llevaba a los entrenamientos, le exigía que estudiara, que respetara al rival, que no hablara más de la cuenta. Lo formó no solo como futbolista, sino como hombre. «Mi papá fue mi primer entrenador, el más duro», confesó Paolo en una entrevista.
La familia vivía en el distrito de Chorrillos, en un ambiente donde las distracciones y los riesgos eran comunes. Pero José Guerrero fue firme: lo alejó de los peligros y lo mantuvo enfocado. Cuando Paolo tenía 10 años, ya soñaban con llevarlo a Europa.
El despegue internacional y el apoyo constante
Paolo pasó por las divisiones menores de Alianza Lima, pero, gracias a gestiones y el esfuerzo familiar, viajó a Alemania a probar suerte con el Bayern Múnich. Tenía solo 17 años. Para cualquier padre, dejar ir a su hijo tan joven es doloroso, pero José lo hizo con la fe de que su sacrificio daría frutos.
Desde entonces, Paolo hizo historia: brilló en Hamburgo, Corinthians, Flamengo, Internacional de Porto Alegre, y se convirtió en el líder indiscutible de la selección peruana, llevándola a una final de Copa América y al tan añorado Mundial de Rusia 2018.
El dolor de la ausencia y el triunfo del legado
José Guerrero falleció en 2006. No pudo ver a Paolo convertirse en leyenda. La historia del capitán de la selección peruana y su padre es la de miles de familias peruanas: un padre que soñó, un hijo que logró.
Erling y Alf-Inge Haaland: el sueño que el hijo cumplió por ambos

Alf-Inge Haaland fue un mediocampista combativo, conocido por su solidez defensiva y su entrega en el campo. Jugó en equipos como el Nottingham Forest, Leeds United y el Manchester City entre los años 90 e inicios del 2000. Parecía tener una carrera ascendente, pero todo cambió tras una brutal patada en la rodilla de Roy Keane. Nunca se recuperó por completo, y poco después tuvo que retirarse del fútbol profesional a los 30 años.
Durante su etapa en el Leeds, Alf-Inge vivía en Inglaterra con su esposa, y fue allí donde nació su hijo: Erling Braut Haaland, el 21 de julio del 2000. Desde pequeño, el fútbol fue parte de su vida, pero no como una obligación, sino como una conexión natural con su padre.
Un salto gigante, con su papá siempre cerca
Cuando Erling tenía 3 años, Alf-Inge decidió regresar a Noruega, retirado ya del fútbol, pero enfocado en criar a su hijo. En lugar de forzarlo, lo acompañó con paciencia. Lo llevaba a entrenar, lo alentaba desde las gradas y, sobre todo, le enseñó valores que iban más allá del rendimiento: humildad, disciplina y amor por el deporte. Fue así como Haaland formó parte del combinado del Bryne FK, luego jugó en RB Salzburg, Borussia Dortmund y , actualmente, en el Manchester City.
Cuando firmó por los “Citizens”, el mismo club en el que su padre jugó, ambos compartieron una foto idéntica, con la camiseta celeste y la misma sonrisa. Para Alf-Inge, fue cerrar un círculo que había quedado abierto. Para Erling, fue rendirle homenaje al hombre que le mostró el camino.
El legado del padre de Luis “Cuto” Guadalupe: fútbol y valores
Luis Guadalupe, más conocido como el “Cuto”, es un personaje querido en el fútbol peruano por su paso por Universitario, Juan Aurich y la Selección Peruana. Sin embargo, pocos conocen que su amor por el fútbol se forjó desde casa, de la mano de su padre: Domingo Guadalupe Montalván, un hombre cuya influencia fue clave en la vida del exdefensor.
Enseñanzas de su padre
Fue su padre quien le enseñó al joven Luis que el fútbol no se trata sólo de talento, sino también de disciplina, respeto y humildad. En varias entrevistas, el “Cuto” ha recordado cómo su padre no le exigía que fuera futbolista, pero sí le pedía que se comprometiera con todo lo que hiciera en la vida.
Aunque su padre no llegó al fútbol profesional, pudo ver cómo su hijo no sólo lo lograba, sino que también dejaba huella. El “Cuto” jugó en clubes importantes del Perú y del extranjero, vistió la camiseta bicolor y ganó campeonatos. Pero más allá de los trofeos, su padre se sentía orgulloso porque su hijo se mantenía fiel a sus raíces, hablaba de Dios, de su madre, de su familia, y no dejaba que la fama lo cambiara.
Para el empresario y embajador de Inkabet, ser padre de Luis, Elías, Leonidas, Ariana y Cielo, es una bendición de Dios. Ha vivido una experiencia diferente con cada uno, pero tiene el mismo cariño por todos. Al fiel estilo de Guadalupe, también son futboleros.
«Son hinchas de la ‘U’. Han desarrollado un sentimiento por el equipo crema, ya que es un club grande y tiene mucha historia. Cielo es fanática del Juan Aurich porque es chiclayana. A todos les gusta mucho el fútbol. A Luis, el mayor, lo he llevado desde chiquito al estadio”, señala.
Su hijo menor, Leonidas, quiere seguir los pasos del “Cuto” como futbolista profesional y entrar en esta demandante carrera. “Yo respeto su decisión y lo voy a apoyar siempre. Como todo padre, uno quiere que sus hijos cumplan sus sueños”, apunta.