La Cumbre del APEC representa una gran oportunidad para mostrar al Perú y todas sus potencialidades. Sin embargo, esta cumbre podría verse opacada por la crisis de inseguridad ciudadana, la inestabilidad política, la migración descontrolada y la informalidad que actualmente afectan al país. Este panorama podría reducir las expectativas de inversión que podrían llegar en los próximos años. Nuestros socios estratégicos más fuertes, como China, la Unión Europea y Estados Unidos, siguen confiando en nosotros. Además, nuevas inversiones de países como Japón, Canadá e India están aumentando su presencia en el Perú, lo que podría proyectarnos como una potencia regional en las próximas dos décadas.
No obstante, esa confianza podría desgastarse debido a la fragilidad de nuestras instituciones y la falta de visión de nuestra clase política, que parece enfocarse únicamente en agendas cortoplacistas y sin una estrategia integral. Estas políticas, orientadas a ganar popularidad inmediata, ponen en riesgo nuestra capacidad para atraer inversiones a largo plazo.
Las soluciones están a la vista: necesitamos implementar medidas efectivas a corto, mediano y largo plazo que no solo busquen el crecimiento económico, sino también el desarrollo integral y la mejora de la calidad de vida de los peruanos. Un área clave es atraer inversión en la industria tecnológica para convertir a Perú en un centro digital, capaz de desarrollar y exportar tecnología al mundo. Ya se están dando los primeros pasos, pero para que estas iniciativas se consoliden, es crucial crear un marco normativo adecuado y mejorar las condiciones que incentiven la llegada de inversión. Un ejemplo de esto sería la construcción de un aeropuerto de primer nivel en el norte del Perú, lo cual podría potenciar el desarrollo de la industria aeroespacial en esa región.
El Perú también debe consolidar su liderazgo en la región Asia-Pacífico, posicionándose como un actor clave en las rutas comerciales marítimas. Esto no solo nos proyectaría como un destino de turismo empresarial, sino que también generaría más empleos y oportunidades. Con nuestra economía abierta, es imperativo que aprovechemos nuestras ventajas competitivas para fortalecer nuestra posición como promotores de la integración comercial en la región. Asimismo, la escasez de recursos naturales en muchos países vecinos, como el agua, podría representar una oportunidad estratégica para el Perú.
¿Es todo esto posible? Sí, pero requiere de un liderazgo decidido y de un enfoque que priorice el control y solución de los problemas que nos aquejan hoy. Las oportunidades están llegando; ahora es tarea de las autoridades materializarlas con una visión de futuro. Las fuerzas políticas deben asumir este reto y tomar decisiones audaces que nos encaminen hacia la consolidación de nuestro país como una potencia regional.