La semana pasada, soldados del Ejército estadounidense fueron desplegados en una isla remota al sureste de Alaska como parte de una «operación de protección de fuerzas». Esto se genera en respuesta a un aumento previsto de las maniobras militares rusas y chinas en la región, según informó el Ejército en un comunicado.
El Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (Norad) interceptó aviones militares rusos que volaban cerca de Alaska en cuatro ocasiones durante la semana pasada. Todo ello mientras Rusia realizaba ejercicios militares en la zona. El 12 de septiembre, el Ejército envió a miembros de la 11ª División Aerotransportada a la isla de Shemya, Alaska. Esto sucedió como parte de una demostración de una «fuerza lista y letal». Esta división, conocida como los «Arctic Angels», está habitualmente estacionada en la base conjunta Elmendorf-Richardson y en Fort Wainwright, ambos en Alaska.
Contexto geopolítico
La región del Ártico ha cobrado una importancia estratégica significativa en los últimos años, tanto por sus recursos naturales como por su ruta marítima potencial. El mayor general Joseph Hilbert, comandante de la 11ª División Aerotransportada, señaló que, ante el aumento de ejercicios militares de adversarios alrededor de Alaska, la operación en Shemya refleja la capacidad de la división para responder a eventos en la región Indo-Pacífico o en cualquier parte del mundo. Así, esta es una fuerza lista en cuestión de horas.
Hasta el momento, los aviones rusos no han ingresado en el espacio aéreo soberano de EE.UU. o Canadá. Sin embargo, el Pentágono ha estado monitoreando los ejercicios. La vicesecretaria de Prensa del Pentágono, Sabrina Singh, declaró el lunes que estas actividades no son inusuales ni se consideran una amenaza. EE.UU. ha seguido estos ejercicios planificados durante algún tiempo y no representan un peligro para su territorio o para la OTAN.
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Implicaciones nacionales e internacionales
Aunque este despliegue estadounidense no es un indicio de una escalada importante de tensiones, las relaciones con Rusia y China siguen siendo tensas, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania. La administración Biden ha buscado reanudar las comunicaciones de alto nivel con China, aunque Beijing sigue siendo el principal competidor de EE.UU.
Por su parte, Putin ha advertido que la OTAN estará «en guerra con Rusia» si permite que Ucrania utilice misiles occidentales de largo alcance contra su territorio. De esta manera, manejar las relaciones con Rusia y China será un desafío clave, independientemente del resultado de las elecciones presidenciales en noviembre. El expresidente Donald Trump, candidato republicano, ha sugerido que adoptará un enfoque distinto al de la administración Biden-Harris. Así, ha insinuado que resolverá el conflicto entre Rusia y Ucrania si vuelve a la Casa Blanca.
A principios de esta semana, Trump también indicó que Rusia y China no necesariamente son enemigos de Estados Unidos. Durante una conversación en X Spaces, mientras hablaba sobre un nuevo negocio de criptomonedas, se le preguntó si creía que una fuerza estaba tratando de atentar contra él tras un segundo aparente intento de magnicidio. Trump respondió mencionando que existe una «fuerza radical de izquierda» y que el mundo es un lugar peligroso, con mucha maldad. Además, afirmó que, aunque ha sido tratado injustamente, le ha ido bien, y que Estados Unidos es un país asombroso, pero también enfrenta amenazas.
El expresidente agregó que hay enemigos externos como Rusia y China, aunque no sabe si realmente son enemigos. Así, expresó su confianza en que se llevaría bien con ambos países. Asimismo, reiteró su deseo de que Rusia alcance un acuerdo con Ucrania para detener la guerra.